Fantasias de Nadia

El chico con el que había quedado un día me invitó a su casa después del colegio. No había nadie más. No estaban ni sus padre ni sus hermanos.   Nos sentamos en la sala de la casa. El entorno se volvió más íntimo y caluroso entre los dos. Sus palabras y acciones demostraron su interés genuino en ti y en la conexión que compartían. Tuvo una fuerte curiosidad natural que lo llevaba a indagar y obtener más información sobre mí. Y al parecer, él era mi tipo, muy atrevido, dispuesto a experimentar cosas nuevas, sobre cómo experimentar mayor placer y provocarle mayor placer a la otra persona. Me comenzó a hacer preguntas directas. Si me había masturbado, si había tenido relaciones, si habían sido vaginales, anales orales. Mientras yo le iba respondiendo con total naturalidad noté que se estaba poniendo rojo, se tocaba la entrepierna, obviamente se estaba excitando y su verga erecta se le estaba poniendo dura debajo del pantalón. Entonces le dije que se nota incómodo, que le ayudar...

  El experimento que intenté al salir del colegio, de mostrar mi ropa interior, funcionó. Varios chicos se me acercaron a intentar a hablarme. La situación se salió un poco de control, porque fueron varios los que se acercaron.  Cuando ya había un grupo alrededor mío, me abroché los botones, me bajé del muro y les dije que fueran a comprarme un helado. Algunos se fueron, otros me acompañaron a la heladería. Al final no supe quien me compró lo que pedí. Pero, nos sentamos y comenzamos a charlar. Ellos comenzaron a decirme que estaba muy rica y que querían cogerme. Yo les comencé a preguntar sus sus experiencias. Era evidente que la mayoría exageraban, pero las mujeres tenemos un instinto que nos permite identificar esas exageraciones. Así pues los iba descartado como posibles encuentros sexuales.  Había un chico mayor, que se quedó, comentaba poco, pero estaba guapo. La verdad ya lo había visto antes y había sido tema de discusión con mis amigas. La incógnita era conocer e...

Estuve cogiendo con mi amigo durante varias semanas. Como llegaba a menudo a la casa, mi madre comenzó a sospechar que algo sucedía, más allá de llegar a hacer tareas y estudiar. Me preguntó si había algo con él, pues ella pensaba que sería mi novio. Le dije la verdad a medias, que no había sentimientos entre nosotros. Obvié la parte en que cogíamos como animales en celo. De igual forma ella me dio consejos sobre relaciones, sentimentales y sexuales. Lo cual le agradezco. Me recomendó métodos de seguridad para evitar contraer enfermedades y embarazos. Afortunadamente, ya estaba tomando medidas. La plática con mi madre me puso a pensar en que debía expandir mir horizontes. Sí estaba teniendo sexo rico, pero con un solo chico y no teníamos nada entre ellos, solo el acuerdo de coger rico y disfrutar. Por lo que pensé en buscar algún otro chico con quien coger. Al día siguiente, al salir de clases del colegio fue a sentarme en la parte alta de un muro que estaba cerca del colegio, por dond...

 Paso a paso, nuestras aventuras se hicieron más audaces y arriesgadas. Aprendimos a encontrar lugares cada vez más ocultos para poder hacer lo que nos apetecía sin ser descubiertos. Empezamos a explorar los rincones más inaccesibles del colegio, escondidos tras los muros y los arbustos. A veces, nos arrastrábamos por debajo de las ventanas, sintiendo la suciedad y el polvo en nuestras piernas desnudas. Otros días, nos subíamos a los techos, balanceándonos peligrosamente sobre las tejas y las bardas. Nuestro deseo se fue haciendo cada vez más fuerte, hasta que un día nos encontramos en un lugar que nunca habíamos visitado antes. Era una pequeña cueva, oculta tras una pared de piedra, casi invisible desde el exterior. Allí, nos desnudamos y nos dejamos llevar por nuestra pasión. Él me llevó a la cima de una pequeña colina y me hizo sentar en una roca. Luego, se arrodilló frente a mí y comenzó a lamerme con su lengua suave y húmeda. Yo me sentía tan excitada que apenas podía aguanta...